Para finalizar el año, me parecía oportuno escribir una entrada acerca de una de las actividades a las que tantas horas semanales dedico: la traducción. Estos últimos días, entre descansos de polvorones y almendras garrapiñadas, me ha tocado estar tardes delante de la interfaz de Across y de MemoQ. Los textos no podrían ser más dispares entre sí; ya que, por un lado, tengo que traducir contratos de compraventa para el máster y, al mismo tiempo, participo en un proyecto de localización de un sitio web alemán que vende productos ecológicos. Dos géneros totalmente distintos que, aun así, comparten algunos puntos en común. Esto se debe principalmente a las peculiaridades de cada lengua, las cuales permiten sacar algunas conclusiones generales  que pueden ser de gran ayuda a la hora de traducir del alemán al español. Es por ello que me he decidido a elaborar una escueta lista con algunas cuestiones que me parecen fundamentales en esta combinación de idiomas. Por supuesto, estas son algo subjetivas, pues se basan principalmente en mi propia experiencia, y no podrán aplicarse en todos los casos, como todo en esta vida.

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