Pocas cosas parecen sentarle tan bien a Alemania como la primavera. Las horas de luz se prolongan, en los lindes de los caminos crecen florecillas silvestres y la bicicleta se convierte en el medio de transporte preferido. Yo puse a punto mi bici a principios del semestre, con tal de no pagar el Semesterticket, que en Heidelberg ya está por los 165 € (moco de pavo en comparación con España, pero robo a mano armada con respecto a otras universidades alemanas). Seguramente me toque despedirme de mi bici, que compré hace dos años en Leipzig, a finales de septiembre, la fecha definitiva de mi mudanza, ya que ese mes todavía tengo que hacer los exámenes orales del máster. No me preguntéis por qué, pero en este país no tienen suficiente con torturar a los estudiantes con un proyecto final, sino que se aseguran de que pases un verano fantástico preparando las pruebas orales.


Instagram