Berlín, Múnich, Hamburgo, Colonia, Fráncfort.
Estos topónimos seguramente no resulten desconocidos para alguien que no esté
demasiado familiarizado con la geografía alemana. Pero si rascamos un poco más,
nos sorprenderá que mucha gente conoce también una pequeña ciudad con poco más
de 150.000 habitantes. Ya sea por su emblemático castillo, por su prestigiosa
universidad (la más antigua de toda Alemania) o por la “privilegiada” posición
de la que disfrutó durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a la cual salió
ilesa de los bombardeos; Heidelberg ha logrado hacerse un hueco incluso en el
escaso mapa mental de aquellos que apenas conocen Alemania.
Pero ¿qué es lo que tiene esta ciudad para
hacer gala de semejante fama? Para el gremio de estudiantes de Traducción, la
respuesta es bien clara: su facultad de Traducción e Interpretación, destino
Erasmus codiciado por todos aquellos que desean perfeccionar sus conocimientos
de alemán en un escenario de cuento. Porque es innegable que uno de los tesoros
que alberga esta ciudad es su magnífico casco antiguo, el cual se caracteriza
por sus imponentes edificios académicos,
los tortuosos callejones con viviendas que alternan postigos en diversos
colores, el Puente Viejo de piedra que atraviesa el Neckar de punta a punta,
las innumerables villas de fachadas exuberantes y jardines que parecen sacados
de revistas de decoración…
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