„Ah, Venedig!
Eine herrliche Stadt! Eine Stadt von unwiderstehlicher Anziehungskraft für den
Gebildeten, ihrer Geschichte sowohl wie ihrer gegenwärtigen Reize wegen!“
La Venecia que Thomas Mann retrata es
una ciudad bien distinta a la que nos acogió hace un mes. Aunque, bien mirado,
esto podría afirmarse de todos los lugares turísticos. La atracción que esta
ciudad a orillas del Mar Adriático ejerció en tantos artistas se ve mermada por
las bandadas de turistas, quienes desfilan por los estrechos callejones como
hormigas en procesión. Pese a la alta concurrencia –agravada por los numerosos
cruceros que tienen la isla como destino–, es innegable que la ciudad tiene
mucho que ofrecer. Cuando el sol comienza a descender y las nubes se tiñen del
rosicler que anuncia el fin del día, muchos visitantes abandonan la ciudad y es
posible imaginarse qué aspecto tenía esta antes de la masificación turística.
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