domingo, 15 de mayo de 2022

El tiempo reflejado en el lugar




«Pero ya la carretera era tan larga, y la visión geográfica de mi vida, con montes y valles, con ríos y nubes, con cielos y caminos, era, al fin y al cabo, la única visión que podía tener de ella y de mí mismo, pues a medida que el tiempo se nos pierde y huye, se va trocando en geografía, y no es verdad que no deje nada, el paso del tiempo, sino que nos deja unos paisajes, unos lugares, unos colores y luces que antes no teníamos, porque los leíamos de otra forma o ni siquiera los leíamos. El tiempo, sí, se transmuta en geografía, y lo que perdemos en tiempo lo ganamos en espacio, y las horas perdidas de la infancia están ahí, en las copas de los árboles, y quizás son esos hilos de plata, de luz, que brillan de rama a rama, de hoja a hoja, porque en esos árboles, en esa arboleda cuaja algo que entonces no había, y ahora somos más dueños de todo, ya que todo nos habla, nos enriquece y nos habita».

Las ninfas, Francisco Umbral.

 

Mayo es el mes en el que se cristaliza el despertar del jardín. Las peonías se abren como un vistoso acordeón de papel; un espectáculo de color fucsia que solo sirve para alegrar el ojo humano, ya que ningún insecto puede usarlas de alimento por su gran cantidad de pétalos. La salvia, el rododendro y el tomillo se engalanan con sus inflorescencias y atraen a numerosas abejas y mariposas. Cuando la luz baña el césped, se pueden ver decenas de insectos y dientes de león suspendidos en el aire, dejándose llevar por las débiles ráfagas de viento.


El fin de semana pasado estuvimos en Osnabrück por una comida familiar. Siempre que voy a zonas de Alemania más al norte, me quedo prendada de los edificios de ladrillo rojo y los enormes robles de sus campos. A diferencia de la Selva Negra, la región de Baja Sajonia se caracteriza por paisajes llanos y amplios campos de colza, que por esta época del año son mantos de un amarillo intenso.


De vuelta en Friburgo, el pasado miércoles nos enteramos de que en nuestro barrio han inaugurado una pequeña tienda de productos regionales. En nuestra primera visita, compramos zumo de manzana sin filtrar, queso con flores silvestres y leche cruda, ordeñada de las vacas que pastan en los prados de la ruta por la que corro los fines de semana. Creo que una de las cosas que más aprecio de Friburgo, y de Alemania en general, es la posibilidad de apoyar a pequeñas tiendas locales que ofrecen alimentos cosechados u obtenidos por los mismos propietarios. En Zarten, un pueblecito a tan solo unos kilómetros de aquí, hay un pequeño armario de madera al aire libre donde se puede dejar dinero a cambio de huevos. El corral de las gallinas está a tan solo unos metros de distancia.


Vivir en plena naturaleza me ha ayudado a ser consciente del reflejo del paso del tiempo a mi alrededor. La despedida del invierno viene marcada por la cosecha de ajo silvestre para elaborar pesto, y la primavera está marcada por la recogida de las flores de saúco para preparar sirope. Todo transcurre a un ritmo más pausado y es sencillo ser consciente del momento. El tiempo, como dice Umbral, se transmuta en geografía, y el cuándo se confunde con el dónde de una forma asombrosa, como si ambas preguntas solo tuviesen una única respuesta.






 


Publicar un comentario

Instagram