Como todo comienzo Erasmus que se precie, me ha
tocado hacer papeleos varios para poder matricularme en la universidad.
Empadronarme, obtener el certificado del seguro médico, firmar el contrato de
la residencia… De todas formas, los trámites no me han parecido para tanto.
Solo me falta hacer las modificaciones del Learning Agreement, pero todavía no puedo,
ya que me falta una asignatura por matricularme.
A pesar de la aburrida burocracia, ha habido
tiempo de sobra para conocer gente de todo el mundo. Gracias a la semana de
bienvenida para estudiantes internacionales que ofrecía la universidad, conocer
gente ha sido coser y cantar (más cantar que coser cuando había alguna cerveza
de por medio, dicho sea de paso). Gente de Francia, Suecia, Finlandia, Italia,
Polonia, Inglaterra, Turquía, Estados
Unidos, Portugal… Si empiezo a hacer la lista de nacionalidades podría no
acabar. Como es lógico, está el grupo omnipresente de españolitos que van a
todas partes juntos y que no cesan de utilizar su lengua madre, pero no he
intercambiado ni una palabra con ninguno de ellos. Parece ser que consideran
que es necesario mejorar su español. Y qué mejor sitio para hacerlo que
Alemania.
A lo largo de esta semana he podido comprobar que
el topicazo Erasmus de fiesta en fiesta y bebo porque me toca es totalmente
cierto. Demasiados eventos en tan poco tiempo: cenas internacionales, pseudo
Oktoberfest, Männerabend… Eso sí, también ha habido tiempo de tranquilidad y
tiempo para mí misma. Me he sacado el carné de la biblioteca municipal, que me
ha costado 10 euros para el año completo. El propósito es no arruinarme, porque
cada vez que paso por delante de Thalia me inundan las ganas de comprarme un
libro. Quizás por el deseo de llenar mis tristes y vacías estanterías. Tanto
cajón para tan poco objeto es un crimen.
El invierno parece que ya ha llegado aquí. Ayer
llegamos a los 3 grados y más valía no salir a la calle durante mucho tiempo si
no querías que se te quedasen los mocos como troncos de repollo. Me resistía a
utilizar los guantes, porque no quiero ni imaginarme qué tendré que ponerme
cuando llegue el verdadero invierno; pero al final he acabado poniéndomelos. Les
tengo aprecio a mis falanges.
Ayer fui por la tarde a un mercado de bicicletas
de segunda mano. Por el camino me encontré a Sam, otro estudiante Erasmus que
también iba en busca de una bici. Allí estábamos, en Carl-Kistner-Straße,
siguiendo las indicaciones de los carteles que había en todas partes. Ni rastro
de ningún mercado. Resulta que este tenía lugar en la Messe Freiburg. Que sí, que aparece en grande, pero abajo hay una dirección, por lo que ni nos planteamos que fuera en otro sitio distinto.
Eran las cinco de la tarde y el mercado se
acababa a las seis. Nos tocó coger el tranvía y el autobús. Cuando llegamos ya
prácticamente no quedaba nadie. Entonces me acerqué a una chica que estaba a
punto de marcharse para preguntarle si quedaba gente que todavía vendía
bicicletas. Se le iluminó el rostro y me dijo que ella vendía la suya. Una
vieja bici roja de la marca Peugeot. Al parecer ya casi había perdido las
esperanzas de conseguir venderla, por lo que cuando vio que dudé ante su
primera oferta de 40 euros, me dijo que me la dejaba en 30. No me lo pensé dos
veces, porque yo llevaba la idea de que mínimo tendría que gastarme 50.
La única pega es que los frenos no funcionan
demasiado bien. Tan solo va el trasero y hace un ruido bastante desagradable.
Pero bueno, la llevaré a reparar y a ver cuánto me piden. De todas formas,
sigue siendo más barato de lo que pensaba.
Recuerdo la primera vez que fui a un mercadillo de bicis en Köln con un amigo mio argentino que quiso comprarse una bici y como no hablaba nada de aleman me llevo a mi modo traductora. Me tendrias que haber visto like a gipsy regateando la bici que al final la consegui por 35 euros menos de lo que nos la queria vender! hahaha menudos recuerdos =)
ResponderEliminarYo francamente he conocido a muy poquitos Erasmus que vayan con tus ideas a vivir esta experiencia, aunque sinceramente, la mayoria no van a aprender nada sino a fiesta y a pasarselo genial un año. No todo el mundo es capaz de aislarse y de decir "no me junto con los mios" porque en realidad es duro. Pero te animo mucho por ello! ASI SE HACE :D Besos y disfruta!
Hace un tiempo hablé con una au pair rusa que me dijo que no tenía nada en contra de los españoles (de hecho ella estudia español y ha viajado varias veces al país), pero que odiaba que en todas las salidas o viajes se juntaran y hablaran español entre ellos. Además, añadió que era la única nacionalidad que lo hacía y que muy pocos sucumbían. En fin, así somos nosotros y así pasa, que te encuentras gente que lleva viviendo años aquí pero que chapurrean un par de frases porque su círculo de amistades se reduce a españoles o hispanohablantes en genera... Lo que hay que ver.
ResponderEliminarMe alegro de que tu introducción en el mundo del Erasmus vaya viento en popa. Y no te preocupes por lo de los guantes, a mí me pasó lo mismo. "Cómo me voy a poner esto ya, si todavía no es invierno" me dije. En cuanto puse un pie en la calle ya los estaba sacando de las profundidades del bolso.
Un beso, flor! :)
Me parece genial lo de que evites juntarte con españoles que sólo hablan en español. Yo eso no lo soporto. Que sí, que serán gente maravillosa, pero si hay españoles prefiero que sea en un grupo con gente de otras nacionalidades, para hablar alemán o inglés, en cualquier caso. Anyway, well done :) Por lo que cuentas, además, eres súper apañada (y te defiendes divinamente con el alemán), así que en nada ya tendrás tu grupo de amistades y estarás tan a gusto. Me alegro que todo te vaya tan bien, un besote guapa!
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