lunes, 3 de mayo de 2021

Agua de mayo



El arbusto del jardín se ha vuelto tan tupido que cuesta distinguir a la gente que pasa a orillas del río. Para mí, ese es el signo de que la verdadera primavera (no la del calendario) ha llegado. No he pisado Bonn desde diciembre, cuando se anunció que todos los empleados y empleadas del ministerio tenían que hacer teletrabajo, así que mi apartamento lleva vacío cinco meses y medio. La planta de mi despacho y la de mi pequeño apartamento en Südstadt han pasado a mejor vida. A modo de compensación, estos últimos meses he estado mimando nuestro pequeño jardín y las plantas de nuestra vivienda en Friburgo.


Este mes ha empezado con lluvias persistentes, aunque abril fue uno de los más soleados que recuerdo. Ya sea fuera, tumbada en la hamaca, o dentro, arrebujada en la manta de terciopelo, he aprovechado para ponerme al día con algunos libros que compré hace poco. Últimamente estoy obsesionada con dos escritores: Donna Tartt y Francisco Umbral. No podrían ser más distintos entre sí, pero por caprichos de la casualidad me ha dado por alternar la lectura de ambos. Empecé a leer las novelas de Tartt en orden inverso al de su publicación. Leí The Goldfinch hace un año y me pareció una obra magnífica, durante las vacaciones en Múnich le hinqué el diente a The Little Friend y me llevé una decepción, porque claramente no estaba a la altura del primero. Ahora, con The secret history, he recobrado la fascinación por esta autora. Si bien no soy muy proclive a leer novelas negras, los libros de Tartt son una excepción a esta regla. En mi opinión, lo mejor de esta autora es su capacidad de crear una atmósfera melancólica llena de suspense con personajes enigmáticos. Pese a relatar hechos que no quedan muy atrás en el tiempo, parece que todo tiene lugar en una época remota, quizás debido al  marcado estilo dickensiano. En cuanto a Umbral, admito que di con él gracias al aclamado documental en Filmin. Quedé maravillada con Mortal y rosa, un monólogo lleno de lirismo en el que se toca un tema tan delicado como es la enfermedad y muerte de un hijo. Ahora he optado por continuar con La noche que llegué al Café Gijón, donde el escritor mantiene su característica prosa poética y nos habla acerca del panorama literario de los 60 en la capital española.






Los días de sol, aprovecho para dedicarle un poco de tiempo al jardín. Hace poco compramos cajas de vino antiguas y sacos de café para montar un pequeño rincón de hierbas aromáticas. En el arriate ya tenemos salvia, cebollino, tomillo y menta, así que buscamos otras hierbas para este lugar: albahaca, romero, orégano y perejil. Además, recientemente compramos unas tablas de madera para montar un pequeño huerto, y de momento tenemos cebolla, ajo y acelgas, pero dentro de poco va a haber más variedad. Nuestro vecino nos regaló algunas semillas y nos prestó un pequeño invernadero en el que crecen distintas plantas, como tomates, girasoles, lechugas y brócoli. Últimamente tengo muchas ganas de ampliar mi conocimiento sobre botánica (no solo por motivos profesionales, sino también personales), así que me compré un libro sobre plantas y flores. Es de gran formato y tiene magníficas ilustraciones en papel satinado. Siempre me ha encantado la biología, así que estoy impaciente por refrescar los conocimientos que adquirí en la escuela disfrutando de esta nueva lectura didáctica eso sí, tumbada en la hamaca con el libro sobre las piernas, que pesa lo suyo.





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