lunes, 31 de mayo de 2021

Excursión a Breisach

 



Aprovechando la llegada del buen tiempo, este fin de semana decidimos hacer una excursión en bicicleta hasta Breisach am Rhein, una ciudad a orillas del Rin a tan solo 20 km de distancia de Friburgo. Preparamos las fiambreras con pan recién comprado en el horno, hinchamos las ruedas de ambas bicis y nos embadurnamos con protector solar para no regresar con sorpresas desagradables. Pese a tomar esta última precaución, me quemé parcialmente los brazos por pensar aquello de que ya les da el sol en primavera con la manga francesa... Ahora el aloe vera es mi mejor amigo.  


El trayecto por Friburgo fue bastante relajado, ya que desde nuestra casa se puede ir todo el rato a la vera del río y el tramo es prácticamente cuesta abajo. Atravesamos el pequeño pueblo de Umkirch, cuya única peculiaridad resultó ser la gran cantidad de adosados con paneles solares en los tejados, pasando por Gottenheim y Wassenweiler hasta llegar a Ihringen. Aquí decidimos subir a un pequeño montículo para descargar nuestros bártulos y dar buena cuenta de las uvas y los bocadillos. Gracias a las lluvias de mayo, la zona estaba salpicada de cientos de amapolas y flores silvestres. Nos sentamos junto a una viña, desde donde podíamos contemplar la iglesia y todo el pueblo a vista de pájaro. El paisaje no recordaba tanto a Alemania, sino más bien a los países del sur de Europa. Podríamos estar perfectamente en la Toscana italiana o el interior de España. De hecho, la localidad de Ihringen tiene la temperatura media anual más alta de toda Alemania. Esta zona se conoce como Kaiserstuhl, cuyo nombre alude a una cordillera de origen volcánico, y es una conocida región vinícola.


Tras reponer fuerzas, nos pusimos de nuevo en camino en dirección a Breisach. La ruta estaba llena de ciclistas y familias con remolques que, como nosotros, se habían animado a darle al pedal en un domingo casi veraniego. La ciudad de Breisach, tal y como esperábamos, estaba a rebosar de turistas. Dado que nuestro destino era más bien una excusa para movernos un poco el domingo, tampoco pasamos demasiado tiempo. Subimos la cuesta para visitar la catedral románico-gótica (Stephansmünster), que podía vislumbrarse desde lo lejos gracias a su elevada posición. Desde el patio de la catedral, disfrutamos de una bonita panorámica de la ciudad y del río. A la vuelta, optamos por coger el tren, ya que los domingos se puede llevar la bicicleta de forma gratuita.




Una vez en casa, nos tocó regar bien, porque la tierra estaba muy seca debido a las altas temperaturas. Plantamos unas cuantas acelgas, otras dos tomateras y unos girasoles más en el arriate. Estas próximas semanas pasaremos seguramente mucho tiempo en el jardín, porque nuestro vecino inglés nos ha dejado a cargo de su terraza, cubierta al 99 % por todo tipo de arriates, macetas invertidas, invernaderos y zonas de cultivo. Va a ser toda una experiencia.




1 comentario

  1. ¡Menuda excursión! En mi opinión (teniendo en cuenta mi baja forma), es un trayecto más que considerable. :O De hecho, leer tu entrada me ha hecho imaginar lo mucho que se reirían los alemanes de mis dotes deportivas en la bicicleta plegable que acabo de adquirir. ¡Y yo que voy tan feliz por Valencia! :P

    Como siempre, todas las fotografías de tu entrada son preciosas, aunque he de reconocer que el contraste de los extensos campos verdes y el color anaranjado de las amapolas me ha conquistado.

    Muchos besos,

    Chelo

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