Las
copas de los robles han comenzado a teñirse de color cadmio, y la parra virgen
que viste las fachadas y los muros de piedra ya ha alcanzado su característico
rojo purpúreo. La hojarasca se arracima en la terraza y mi tilo preferido, el
que puede divisarse desde el jardín de casa, ya no luce el verde temprano de
los días de primavera. Al abrir las ventanas por las mañanas, el vidrio se
empaña por completo, y el césped todavía está cubierto de escarcha cuando ya ha
amanecido. Al montarme en la bici para ir a la oficina, tengo que enfundarme
los guantes para que no se me entumezcan los dedos, lo que es un indicio claro
de que atrás han quedado los días cálidos.
Para
darle la bienvenida al cambio de estación, fuimos a Horben, un municipio de la
Selva Negra a tan solo 10 km de Friburgo. Todavía no podía verse
claramente la explosión cromática del otoño y, sin embargo, era imposible no
quedarse maravillada ante la majestuosidad de las montañas. Llegamos por la
tarde, así que el sol no tardó en esconderse en el horizonte. Es el momento
ideal para ver cómo la luz baña el monte, iluminando los valles y dejando a
oscuras las laderas. Los prados estaban llenos de cabras, vacas, caballos y
asnos que pacían a sus anchas, rodeados de abetos, manzanos y robles. Antes de
que oscureciese, jugamos con un pequeño gato revoltoso que estaba escondido en
un granero. Además, aprovechamos para comprar mermelada de ciruela y zumo de
manzana en un pequeño puesto de venta junto a una granja donde, como en tantos
otros lugares de este país, confían en la honestidad de los caminantes al dejar
una hucha de cerámica. Nos despedimos del pueblo prometiendo que regresaríamos antes
de que el invierno desnude por completo todos los árboles caducifolios.
Últimamente
he pasado bastante tiempo fuera de Friburgo por viajes de trabajo en Berlín y
Bonn, así que los fines de semana aprovecho para disfrutar al máximo del
jardín. He comprado varias plantas de brezo y un ciclamen para llenar un poco
de color el arriate, ya que estas últimas semanas solo estaban floreciendo el
rosal y la pasionaria.
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