Repaso una y otra vez la lista de objetos de la maleta como si la tuviese
que recitar de carrerilla. Lista que, por cierto, ha costado de criar. Me
he pasado un par de semanas terminándola. Cuando creía que la tenía
finiquitada, me despertaba en mitad de la noche con los ojos inyectados en
sangre. Oh, dios, las pinzas. ¡Las dichosas pinzas! ¿¡Cómo voy a irme sin las
pinzas!? Mierda, mierda, ya tardo en apuntarlo en la lista. Mira que si se me
llegan a olvidar… No sé cómo pensaba sobrevivir en el extranjero sin ellas.
Porque no sé si lo sabéis, pero en un país civilizado como Alemania no
puedes ir a la sección de droguería con toda tranquilidad y hacerte con unas
pinzas para depilarte las cejas. No, claro que no. En fin, achaquémoselo
al estrés pre-partida.
Pero algo que sin lugar a dudas he de dejar bien atado es la matrícula del
Erasmus. Al marcharme tan pronto, será mi madre quien se encargará de hacerlo.
Que Dios nos pille confesados. Mi madre con la burocracia tiene más peligro que
un mono con dos pistolas. Poco se puede hacer ya en realidad.
También he estado probando el Skype con la televisión para las próximas
conversaciones por pantalla que me esperan con mi familia. Conversaciones
monotemáticas en las que mi madre me bombardea con preguntas del tipo: “¿Qué
has comido? ¿Qué has cenado? ¿Estaba bueno?”, etc. Ya puede haberme atropellado
una bicibirra ambulante, que si he cenado de caliente, ella duerme
tranquila.
El sábado ya parto hacia Fráncfort (esto de castellanizar las ciudades me
parte el alma, pero todo sea por fidelidad al Panhispánico de dudas). Me toca hacer escala en Zúrich, por mucho
que vaya con la compañía posh por
excelencia: Lufthansa. Aguardo con ilusión el día que consiga un vuelo directo.
Los chutres de Ryanair no cuentan, que te dejan a miles de kilómetros de donde
prometen llevarte.
Al ajetreo de los preparativos se le suma la tristeza de las despedidas.
Tener que despedirme de mis traductores está siendo lo más duro de todo. Todos
nos vamos a distintas partes del mundo a proseguir con nuestros estudios, así
que lo más probable es que no vuelva a verles en un año entero. A veces me
cuesta creer que ya hayan pasado dos años desde que nos conocimos. Ach, el tiempo pasa demasiado deprisa.
Eso sí, miles de fotos nuestras van de cabeza a la maleta. Pienso empapelar las
paredes de mi cuarto con sus caras (¡bingo! Premio al comentario más creepy de la entrada).
Como creo que no lo he comentado en entradas anteriores, mi HF consta de cuatro
niños y el papá de estos, además de un perro gigante bautizado con el nombre
del mejor amigo de Mario Bros. Mis tareas no son nada del otro mundo. Básicamente
tengo que jugar con ellos, ayudarles con los deberes, pasear al perro y estar
en casa cuando el padre tiene que viajar por motivos de trabajo. Nicht schlecht, oder? A cambio de eso
tengo una habitación y cuarto de baño para mí sola, manutención incluida, un
dinerillo que nunca viene mal para el Erasmus y la oportunidad de sumergirme
completamente en la cultura teutona. Y si termino descifrando lo que cuatro
niños me dicen, entender a los profesores de la Universidad de Friburgo será
coser y cantar.
La próxima entrada será seguramente desde Alemania. Bis bald!
Jaja me ha hecho mucha gracia lo de los niños! Qué vaya muy bien, te deseo lo mejor por allí. Conozco una chica que ha estado viviendo en la Selva Negra y en Agosto se va para Berlín, y está muy bien allí. Yo espero no tardar mucho en ir para allá, aunque sólo sea unas semanas el próximo verano.
ResponderEliminarUn beso grande, y Bis bald! ^^
Muy buenas!
ResponderEliminarMe he reído mucho con tus desvelos nocturnos y tus lista de la maleta! he de confesar que a falta de un mes yo voy loca con la maleta! Y he añadido pinzas jajajaj pinzas más que importante! jajajaja
Espero que el vuelo y el recibimiento sean inmejorables... Cuéntanos pronto! =)
besos y mucha SUERTE! =)