Este mes de agosto está siendo muy relajado.
Apenas he tenido que cuidar de los niños, porque la madre se cortó el pulgar en
un aparatoso accidente doméstico (al intentar sacar hielo de una bolsa de
plástico) y le han dado de baja, así que muchas veces se quedaba en casa con
ellos o hacían juntos excursiones. Además, hoy se han marchado ambos con su tía
a Darmstadt y el sábado se van dos semanas de vacaciones a Fuerteventura, por
lo que hasta el 31 de agosto no tendré que trabajar.
Durante esta última semana he recibido muy
buenas noticias. La primera y más importante es que ¡al fin tengo piso en
Leipzig! Dos días después hablar por skype con mis futuras compañeras de piso,
me mandaron un mensaje preguntándome si me apetecía mudarme, que les encantaría
que entrase a formar parte de su WG. Respondí con un sí rotundo y así ha
quedado finiquitado el tema del alojamiento. Mi futuro hogar se encuentra un
edificio de ladrillo rojo en el barrio de Südvorstadt, que podría denominarse
como el equivalente a Kreuzberg en Berlín: lleno de estudiantes y vida, con una
de las calles más frecuentadas y famosas de la ciudad (la
Karl-Liebknecht-Straße, coloquialmente conocida como “Karli”), plagada de
tiendas, cafeterías y bares. La ventaja de la vivienda es que está a tan solo 5
minutos a pie de la estación de tren, punto clave para ir a trabajar a Altenburg,
ya que el trayecto son de por sí unos 35 minutos. El único problema es que la
chica que deja la habitación se muda definitivamente a Halle y, aunque en un
principio iba a dejar parte de los muebles, se lo ha pensado mejor y va a
llevarse todos. Eso significa que tendré que empezar desde cero a crear mi
propio nido, lo cual puede ser bastante engorroso al no disponer de un coche
para transportar los muebles. Las primeras semanas me tocará tirar del servicio
de transporte de IKEA y de mi nula destreza en temas de carpintería. He oído
que en Leipzig hay muchos mercadillos (Flohmärkte),
así que intentaré ir a varios para buscar alguna ganga de segunda mano.
Por un lado tengo muchas ganas de conocer una
ciudad que me es totalmente desconocida, pero por otro sé que echaré de menos
Friburgo. Me cuesta creer que en poco más de un mes tendré que abandonar mi
querida Selva Negra. Para aliviar este drama, me estoy documentando a fondo
sobre Leipzig, por lo que me he comprado el libro Endlich Leipzig, que incluye un montón de información sobre los
barrios, restaurantes y consejos para recién llegados. Durante mi Erasmus me
compré Endlich Freiburg (viva la
originalidad de la editorial al poner títulos) y me pareció un libro muy útil,
además de que es ameno de leer.
La otra buena noticia es que también me ha
llegado el Zulassungsbescheid de la
Universidad de Leipzig, por lo que me podré matricular el 26 de septiembre. He
estado mirando algunas asignaturas de traducción que parecen interesantes, pero
todo depende de mi horario en Altenburg como auxiliar de conversación. También
tenía pensado asistir a un curso de francés, así que ya veremos si es factible
compatibilizarlo todo sin que me dé un jamacuco por estrés autoinflingido.
Ayer por la mañana Milan se marchó a Föhr, una
isla en el Mar del Norte, donde pasará los próximos días con su madre. El
sábado viajan ambos a Berlín y así me recogerán por la tarde en la estación de
tren. A modo de despedida, el domingo fuimos a nuestro restaurante indio
preferido (Curry House). Por alguna inexplicable razón, últimamente se me ha
antojado comer curry a todas horas, de ahí que me haya dado por probar nuevas
recetas en casa usando esta especia. En el restaurante me decanté por unas
albóndigas de verduras con salsa de almendra, por miedo a aborrecer el curry y
por probar algo distinto. Ese mismo día también fuimos a tomar unas cervezas
con unos amigos en el Schloß Café, una cafetería situada en una pequeña montaña
(Lorettoberg) cerca de donde vivo, a la que ya había ido con mi ex compañera de
piso en navidades.
Para continuar con la tradición de actividades
típicas veraniegas, ayer por la tarde fui al Open-Air-Kino, que tiene lugar todos
los días a las 21:30 en el patio interior del Schwarzes Kloster. La película
era Still Alice, un drama sobre una
profesora de universidad que padece Alzheimer a una edad temprana. He de
admitir que me sorprendió gratamente la actuación de Julianne More, así que no
me extraña en absoluto que le dieran el Oscar por el papel. La fotografía
también me gustó bastante, sobre todo en los exteriores, a lo que seguramente
ayude que se tratase de Nueva York en otoño. El aforo se completó en cuestión
de minutos, pero por suerte habíamos comprado las entradas con antelación y
acudimos a tiempo.
Si no actualizo antes de partir el sábado, en
la próxima entrada relataré mi viaje por la capital alemana.
Interesante crónica por tierras germanas,
ResponderEliminarespero ir por allá alguna vez.
Saludos.
Interesante crónica por tierras germanas,
ResponderEliminarespero ir por allá alguna vez.
Saludos.
Holaaaaaaa!!!
ResponderEliminarMe alegro un montón de que tengas piso en Leipzig! Seguro que te lo pasas genial allí y que aprendes muchísimo! Yo aún estoy esperando que los del Studentenwerk me manden la respuesta, como no me hayan dado una habitación en una resi muero :___
Lo del Open-Air Kino me lo apunto! :) Disfruta de lo que te queda de tranquilidad y diviértete en Berlin!
Un beso!