De acuerdo con la previsión del tiempo para los
próximos días, en Leipzig nevará a partir del domingo. Estas previsiones suelen
fallar más que una escopeta de feria, pero de lo que no cabe duda es que la
ciudad ya empieza a empaparse del espíritu navideño. Los dulces típicos de la
época ya llevan tiempo tanto en los supermercados como en las panaderías y ya
comienzan a verse los primeros elementos decorativos por las calles. El martes
inauguran el mercado de Navidad que montan todos los años en la plaza del
ayuntamiento, el cual goza de fama en toda Alemania.
El pasado jueves, tras las habituales seis
horas en el ICE y los dos transbordos estresantes (con retraso incluido y
pérdida del tren de conexión, como suele ocurrir con el Deutsche Bahn), llegué
a Friburgo por la noche. Desayunos al sol en el jardín del Bergacker Café,
paseos nocturnos por Littenweiler con alguna que otra ráfaga de viento
inoportuna, cerveza artesanal en el bullicioso Feierling, cena íntima en el
restaurante afgano Kucci, sesión de cine con Irrational Man y con Happiness,
inmersiones suicidas en el Dreisam… Como de costumbre, el tiempo vuela en esta
ciudad y, para cuando me doy cuenta, ya me toca coger el tren de regreso a
Leipzig. El único consuelo es pensar en cuándo reservaré los próximos billetes
para volver, aunque lo más seguro es que esto no sea hasta febrero. Pero hasta
entonces habrá otros viajes prometedores, como el de Barcelona.
Ayer asistí a la reunión de auxiliares de
conversación de Turingia, la cual tuvo lugar en Erfurt, la capital del Bundesland.
Por suerte había comprado el billete de ida con bastante margen de tiempo, pues
el Deutsche Bahn volvió a hacer de las suyas y mi tren llegaba con 50 minutos
de retraso a la estación de Leipzig. Me tocó correr como una descosida para
llegar a tiempo, aunque la verdad es que podría haberme ahorrado el sofoco, ya
que empezamos algo más tarde. Hice un recorrido de supuestamente 28 minutos
(según Mr. Google Maps) en apenas 10.
Había asistentes de distintas partes del mundo
para los siguientes idiomas: inglés, ruso, chino, francés y español. He de
admitir que la jornada me pareció bastante prescindible. Nos hicieron encuestas
sobre nuestra experiencia hasta el momento y nos proporcionaron algo de
información sobre este programa en Turingia, con recomendaciones previsibles de
auxiliares anteriores. Ni nos enseñaron la ciudad, ni nos dieron de comer, ni
nada de nada. Vamos, que me dio la sensación de que fue una reunión más
protocolaria que otra cosa y que podrían habérselo trabajado mucho más. A ver
si cuando pongan el mercadillo de Navidad me acerco a Erfurt de nuevo, porque
me han hablado maravillas de él.
En años anteriores hacían una jornada en Berlín
a mediados de noviembre para todos los auxiliares españoles, pero este año se
ha cancelado. Durante las jornadas de septiembre, una de las trabajadoras de la
embajada española en Berlín nos aseguró cientos de veces que no se debía a
falta de presupuesto (no, claro que no), y que era una pena que este año no
fuese a celebrarse. Al parecer organizaban muchas actividades en el Instituto
Cervantes, donde les daban algunas charlas. No habría estado de más ir a Berlín
de nuevo, pero tampoco creo que fuera nada del otro mundo y dudo que nos
dejasen mucho tiempo libre, teniendo en cuenta cómo suelen organizar este tipo
de encuentros. Además, por lo que me comentó un auxiliar del año pasado, las
charlas fueron poco útiles. De todas maneras, la capital alemana está a tiro de
piedra y hay viajes muy baratos. De hecho pasaré el 22 y parte del 23 de
diciembre en Berlín, en casa de la madre de Milan.
Cada vez me siento más a gusto en Leipzig.
Últimamente estoy intentando descubrir más rincones. El sábado, por ejemplo,
quedé con una chica vasca en Mein liebes Frollein, una cafetería con un
ambiente de lo más agradable donde hacen unas tartas para morirse. Cada vez hay
más sitios así. Y es que en esta ciudad están constantemente abriendo nuevos
locales debido a la gran afluencia de jóvenes que van llegando.
Otro motivo de alegría fue levantarme el
domingo y ver en la mesa de la cocina una deliciosa quiche de puerros, queso y
jamón york. Mi compañera de piso alemana compró un libro de recetas con todas
las variantes posibles de este plato francés, por el que siento especial
debilidad. Pequeñas sorpresas así hacen que la “WG-Leben” dé verdadero gusto.
Pero el broche de oro de esta semana se lo pone
sin duda mi próxima escapada a Friburgo este jueves. A pesar de que el viaje es
eterno, tengo muchísimas ganas de volver por la Selva Negra, sobre todo ahora
que el clima sigue siendo agradable.
Parece ser que noviembre ha querido hacer una
entrada triunfal y nos ha regalado unos rayos de sol estupendos por Leipzig. Se
agradece enormemente tras tantos días de nubes, neblina y frío. Así que he
aprovechado para salir a dar un paseo a un parque no muy lejos de donde vivo:
Friedenspark. El nombre le hace justicia, ya que es un lugar muy tranquilo, a
pesar de que la carretera no se encuentra muy lejos. Justo al lado hay una
iglesia rusa ortodoxa que llama la atención por su dorada cúpula. Como tengo
costumbre de combinar las rutas al salir a correr, suelo venir aquí cuando no
voy al Clara-Zetkin Park. El único inconveniente es que el Friedenspark no es
tan grande, por lo que me toca dar varias vueltas. Esto le ocurre a la mayoría
de corredores que vienen, así que no es extraño cruzarte con otra persona unas
cinco veces (a la quinta te embarga el compañerismo del sufrimiento compartido
y me veo tentada de saludar).
Con el cambio de hora, anochece a una velocidad
de vértigo. Por eso intento aprovechar al máximo las primeras horas del día, o
de lo contrario no te embarga la sensación de que no has hecho nada productivo.
Las últimas dos semanas en concreto he estado traduciendo todas las mañanas, ya
que tenía un gran encargo de traducción sobre una tienda online alemana de
moda, similar a Zalando.
Poco a poco comienzo a aclimatarme en Leipzig.
A pesar de que llevo más de un mes aquí, al principio se me hizo bastante duro,
sobre todo por el contraste tras el idílico verano en Friburgo. Ahora mismo ya
tengo mi habitación amueblada, he podido conocer a más gente y mi actividad
como auxiliar de conversación me deja bastante tiempo para asistir a clases de
la universidad y continuar descubriendo la ciudad.
Al regresar del paseo, me he topado con mi
compañera de piso, que se dirigía con una amiga al Kohlrabizirkus, un gran
pabellón donde suelen organizarse todo tipo de eventos. Resulta que ahora mismo
hay un outlet de libros, donde hay descuentos de hasta el 90%. Así que no me lo
he pensado dos veces, las he acompañado y he regresado a casa con dos libros
nuevos bajo el brazo.
El próximo 9 de noviembre hay un encuentro en
Erfurt de todos los auxiliares de conversación de Turingia al que me han invitado. Sigo teniendo pendiente
descubrir este Bundesland, así que a ver si tengo algo de tiempo para ver un
poco de la ciudad.
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