Qué mejor anticipo de las vacaciones que un
cumpleaños de los que se quedan impresos en la memoria. El 12 de diciembre no
fue un día cualquiera; no solo para mí, sino para la ciudad de Leipzig. Aunque
para esta última no se trató de un motivo de alegría, sino más bien de lo
contrario.
Para el pasado sábado se habían anunciado tres
manifestaciones de extrema derecha en Connewitz y en Südvorstadt, por lo que la
agitación era más que evidente: calles cortadas con coches de policía que
impedían el paso, helicópteros sobrevolando la ciudad para supervisar la zona, piedras
de la calzada que volaban de un lado a otro de la Karl-Liebknecht-Strasse,
cristales rotos, tranvías paralizados, contenedores incendiados, multitud de
espectadores curiosos que querían contemplar lo que ocurría… En definitiva, un
caos que se saldó con múltiples heridos y detenidos.
Leipzig es una de las ciudades alemanas en las
que el movimiento Pegida más fuerza ha cobrado, así como su antagónica
respuesta: Legida. Sobre todo en los barrios más al sur, no es extraño ver gran
cantidad de carteles donde, o bien se remarca que los refugiados son
bienvenidos, o bien se denuncian los comportamientos racistas. A pesar de
algunas reacciones de rechazo ante la llegada masiva de refugiados, su
recepción en Alemania ha sido en general positiva. No son pocas las iniciativas
y los planes que los diversos gobiernos han lanzado, para asegurar así que los
recién llegados se integran en la sociedad alemana.
Por suerte estos incidentes no amargaron la
celebración de mi cumpleaños. El viernes por la noche me sorprendieron con
entradas para ver un clásico del mundo del ballet: “El lago de los cisnes”. La
actuación tuvo lugar en el Gewandhaus, clara muestra arquitectónica de la
antigua RDA. Toda la belleza de la que carece su fachada se ve compensada por
la excelente acústica de la sala principal. La verdad es que nunca antes había
presenciado una actuación de ballet en directo, pero siempre había sentido
debilidad por este deporte, sobre todo a raíz del famoso thriller protagonizado por Natalie Portman. Resultó ser una
experiencia única poder observar desde tan cerca la precisión de los
movimientos de cada uno de los artistas, sin poder dejar de pensar en la
cantidad de horas de trabajo que se esconden tras cada escena.
El fin de semana pasamos mucho tiempo en Plagwitz,
barrio que antiguamente fue el epicentro industrial de la ciudad. Es uno de los
rincones de Leipzig que invitan a dar largos paseos y a disfrutar de su gran
oferta de cafés y restaurantes. El encanto reside en su característica
arquitectura, con numerosas fábricas totalmente renovadas y lujosas viviendas
de ladrillo rojo a orillas del canal. Con motivo de mi cumpleaños, reservamos
mesa en Kaiserbad, una antigua fábrica de fundición que se ha convertido en un
elegante restaurante de decoración minimalista. Se ha conservado la gran
infraestructura y algunas de las paredes de ladrillo, así como los grandes
ventanales, pero se han añadido numerosos detalles que hacen del complejo un
lugar mucho más acogedor; como las lámparas esmaltadas o los sillones turquesa a
juego con las columnas de cerámica del mismo color. Por desgracia no tengo fotos, ya que no pude regresar a casa a por la cámara por culpa de las manifestaciones.
El broche del fin de semana llegó de la mano de
un delicioso desayuno en Hotel Seeblick, el que ha parecido convertirse en
nuestra parada obligatoria. Esta vez me decanté por una opción vegana, con
tortitas de plátano y leche de soja acompañadas de hummus, confitura de higos,
paté de olivas negras y una pequeña macedonia. Siempre que venimos aquí me
gusta observar a la gente desayunar. Es curioso cómo hay personas que no dejan
de conversar ni un segundo, que se toman su tiempo para untar la mantequilla
sobre el pan, para cortar los bordes de las lonchas de queso o para remover la
espuma del capuchino en todas las direcciones posibles. Hacen del desayuno un
ritual sin descuidar al interlocutor. Luego está la tragedia de la pareja
sumida en silencio, que devoran sin apenas cruzar miradas. Un auténtico
despropósito de las cafeterías, en mi opinión.
La cuenta atrás para volar a España por Navidad
ya ha empezado. Mañana es mi último día de trabajo y apenas puedo esperar a
estar de nuevo en Berlín el martes. Hasta entonces, me mantengo ocupada
buscando distintos regalos que quepan en mi modesta maleta de mano.
Paso a dejarte un feliz cumpleaños, la mejor energía para el 2016 desde latinoamerica y felices fiestas. Como siempre encantado con tus letras, tu atención a los detalles y tus fotografias, todo magico.
ResponderEliminarSaludos, Nahuel.
Feliz cumpleeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!! :)
ResponderEliminarMe alegro de que fuese un gran día a pesar de las circunstancias :/
Ese desayuno tiene una pinta de muerte, me ha entrado hambre aún a estas horas de la noche!
Cada vez que leo tus posts me entran ganas de visitar Leipzig, parece tener mucho encanto. No conozco la zona y debe ser muy diferente a Freiburg o Baviera (aunque quizá no tanto a Thüringen), me pica la curiosidad.
Te deseo una buena recta final antes de las merecidas vacaciones, que te lo pases genial en Berlin y también en España con tu familia!
Un beso muy fuerte y feliz Navidad (qué rápido ha llegado este año xD)
Tu crónica, por así decirlo, siempre es un agrado de observar.
ResponderEliminarEspero el nuevo te salude de la mejor forma.
Un beso, suerte.
Leonard.