Tal y como comenté en la entrada anterior, el martes nos pusimos en camino
hacia Baviera de vacaciones. Mi HD había
reservado una casa al lado del Ammersee, que se encuentra cerca de Múnich, así
que fuimos hasta allí en coche. Tres horas de viaje durante las cuales se
repitió eternamente la frase de: Wann
sind wir endlich da? Menos mal que, en su infinita sabiduría, el padre
había traído consigo la mágica tablet, capaz de tener absorta por completo a la
pequeña monstruo.
El miércoles fuimos a los estudios de Bavaria Film en Múnich, una de las
mayores productoras cinematográficas de Europa.
Allí se han rodado películas tan conocidas como La historia interminable o El
Perfume. Además, muchos programas alemanes y telenovelas también tienen
aquí su lugar de rodaje. Hicimos un tour guiado por los distintos platós, desde
el estudio donde se graban los pronósticos del tiempo hasta la recepción de un
hotel donde tiene lugar una telenovela un tanto cutre titulada Sturm der Liebe.
Durante la visita, la guía nos preguntó retóricamente: ¿Os habéis dado cuenta de que a los alemanes nos gustan mucho las
series policiacas? Me da por poner cara de póquer y pensar: No sé si ellos
se habrán dado cuenta, pero a mí ya me salen los Krimis por las orejas. Porque
sí, curiosamente los alemanes sienten un amor indescriptible por toda serie
policial con asesinatos. La archiconocida es Tatort. Esta “fascinante” serie policial es, en mi opinión, mano de
santo para el insomnio. Lo único destacable a mi parecer es que cada capítulo
tiene lugar en una ciudad distinta, por lo que los personajes tienen siempre el
acento característico de la zona. Está bien para ir haciéndose a las
peculiaridades regionales, pero la serie en sí misma es un muermo que lleva en
antena desde los 70. Vamos, casi tanto tiempo como Saber y ganar en España (lo sé, lo sé, me he pasado con la
comparación).
El resto del tour pasó sin mayores sobresaltos, quitando de un incidente
protagonizado por la pequeña monstruo. Todo ocurrió mientras estábamos en la
sala donde se rodaron algunas escenas de Ludwig II, una película sobre el rey
de Baviera que se estrenó el año pasado. La guía comentaba entusiasmada cómo
habían reconstruido la carroza dorada y se habían invertido miles de euros en
ella, cuando, de repente, se oye un estruendo que retumba en toda la sala.
Llamarlo pedo resultaría un eufemismo en toda regla. Todo el grupo se giró
alarmado y a la niña no se le ocurrió otra cosa que disimular, poniendo cara de
no haber roto un plato nunca. Todavía sigo preguntándome cómo de algo tan
pequeño pudo salir semejante sonido. Esta pequeña de 6 años tiene un serio
problema de gases. No porque se tire muchos, sino porque cada vez que lo hace,
te pregunta siempre: Igitt, hast du
gefurzt? (¡Qué asco! ¿Te has tirado un pedo?). Cuando, claramente, ha sido
ella quien lo ha hecho. Antes muerta que reconocerlos como propios.
Por la noche fuimos a un típico restaurante bávaro a orillas del Ammersee.
Allí habíamos quedado con un amigo del HD que era de Holanda y con su mujer de
Korea. Al holandés costaba horrores entenderle y llegué a dudar más de una vez
si realmente hablaba alemán u holandés. La mujer había hecho un curso de
español en el Instituto Cervantes de Múnich y se esforzaba por soltarme algunas
palabras. Muy majos ambos. Y la comida riquísima. Me pedí un Flammkuchen
gigante con queso y jamón, que es posiblemente uno de mis platos alemanes
preferidos.
El jueves por la mañana fuimos al Olympiapark, que es un complejo que se
construyó para los Juegos Olímpicos de 1972 en Múnich. Apenas hicimos turismo
por el casco antiguo de Múnich, la verdad, aunque por suerte yo ya había estado
en esta ciudad el año pasado durante una semana. Subimos a la torre desde donde
podía verse prácticamente toda la ciudad.
Al caer la tarde dimos una vuelta en barca por el Ammersee. A los niños les
entró en la cabeza que querían bañarse, pero no tenían bañador. Así que se
quitaron todo hasta quedarse en ropa interior y se lanzaron al agua. Tenían la
obsesión de que la gente les observaba todo el rato, pero las ganas de nadar
eran más fuertes.
Ayer llegamos al mediodía de nuevo a casa. Las vacaciones han sido muy
cortas, pero me alegré de regresar, porque pasar todo el día con los niños al
final terminaba siendo algo cansado y necesitaba tiempo para mí sola. Cuando
llegamos, nos esperaba la sorpresa de que el jardín ya está casi terminado. No
sé si lo comenté en entradas anteriores, pero están de reformas, así que todo
el jardín lo han hecho nuevo. Lo único que falta por terminar es el horno de
piedra para hacer pizzas, porque el HD es un amante de la cocina italiana.
Otra que ha estado de vacaciones :). Qué casualidad, cuando te has venido para Baviera yo estaba fuera, será que huyo xD. Una pena que no pasarais mucho tiempo en el centro de Munich, pero bueno, si ya estuviste una semana el año pasado tampoco está tan mal :).
ResponderEliminarEntiendo lo que dices, para mí en parte también ha sido un alivio volver para ir más por libre. Me lo he pasado muy bien con los niños y el sitio era precioso, pero con una semana basta xD.
Las fotos como siempre me encantan, y las de la entrada anterior tambien, Mannheim tiene muy buena pinta :).
Sigue disfrutando! Y a ver qué tal te va por Freiburg!
Joer que bonito todooo!!!
ResponderEliminarVacaciones son vacaciones pero ir con la HF bueno tiene sus cosas buenas y no tan buenas... Yo resaltaría que lo de tirarse un pedo es de las no tan buenas jajajaj...
Pero mira el lado bueno... has visto sitios super bonitosss! =)
Espero que siga yendo todo tannn bien! =) un besazoo valencianaa!!
Lo de estar deseando llegar por tener tiempo para ti es totalmente comprensible pero, al menos, tampoco fueron unas malas vacaciones :)
ResponderEliminarSin duda, me encantan las fotos que siempre subes en el blog. ¡Son preciosas!