sábado, 10 de agosto de 2013

Días por Baviera

Tal y como comenté en la entrada anterior, el martes nos pusimos en camino hacia Baviera de vacaciones.  Mi HD había reservado una casa al lado del Ammersee, que se encuentra cerca de Múnich, así que fuimos hasta allí en coche. Tres horas de viaje durante las cuales se repitió eternamente la frase de: Wann sind wir endlich da? Menos mal que, en su infinita sabiduría, el padre había traído consigo la mágica tablet, capaz de tener absorta por completo a la pequeña monstruo. 

El miércoles fuimos a los estudios de Bavaria Film en Múnich, una de las mayores productoras cinematográficas de Europa.  Allí se han rodado películas tan conocidas como La historia interminable o El Perfume. Además, muchos programas alemanes y telenovelas también tienen aquí su lugar de rodaje. Hicimos un tour guiado por los distintos platós, desde el estudio donde se graban los pronósticos del tiempo hasta la recepción de un hotel donde tiene lugar una telenovela un tanto cutre titulada Sturm der Liebe.

Durante la visita, la guía nos preguntó retóricamente: ¿Os habéis dado cuenta de que a los alemanes nos gustan mucho las series policiacas? Me da por poner cara de póquer y pensar: No sé si ellos se habrán dado cuenta, pero a mí ya me salen los Krimis por las orejas. Porque sí, curiosamente los alemanes sienten un amor indescriptible por toda serie policial con asesinatos. La archiconocida es Tatort. Esta “fascinante” serie policial es, en mi opinión, mano de santo para el insomnio. Lo único destacable a mi parecer es que cada capítulo tiene lugar en una ciudad distinta, por lo que los personajes tienen siempre el acento característico de la zona. Está bien para ir haciéndose a las peculiaridades regionales, pero la serie en sí misma es un muermo que lleva en antena desde los 70. Vamos, casi tanto tiempo como Saber y ganar en España (lo sé, lo sé, me he pasado con la comparación).



El resto del tour pasó sin mayores sobresaltos, quitando de un incidente protagonizado por la pequeña monstruo. Todo ocurrió mientras estábamos en la sala donde se rodaron algunas escenas de Ludwig II, una película sobre el rey de Baviera que se estrenó el año pasado. La guía comentaba entusiasmada cómo habían reconstruido la carroza dorada y se habían invertido miles de euros en ella, cuando, de repente, se oye un estruendo que retumba en toda la sala. Llamarlo pedo resultaría un eufemismo en toda regla. Todo el grupo se giró alarmado y a la niña no se le ocurrió otra cosa que disimular, poniendo cara de no haber roto un plato nunca. Todavía sigo preguntándome cómo de algo tan pequeño pudo salir semejante sonido. Esta pequeña de 6 años tiene un serio problema de gases. No porque se tire muchos, sino porque cada vez que lo hace, te pregunta siempre: Igitt, hast du gefurzt? (¡Qué asco! ¿Te has tirado un pedo?). Cuando, claramente, ha sido ella quien lo ha hecho. Antes muerta que reconocerlos como propios.

Por la noche fuimos a un típico restaurante bávaro a orillas del Ammersee. Allí habíamos quedado con un amigo del HD que era de Holanda y con su mujer de Korea. Al holandés costaba horrores entenderle y llegué a dudar más de una vez si realmente hablaba alemán u holandés. La mujer había hecho un curso de español en el Instituto Cervantes de Múnich y se esforzaba por soltarme algunas palabras. Muy majos ambos. Y la comida riquísima. Me pedí un Flammkuchen gigante con queso y jamón, que es posiblemente uno de mis platos alemanes preferidos.

El jueves por la mañana fuimos al Olympiapark, que es un complejo que se construyó para los Juegos Olímpicos de 1972 en Múnich. Apenas hicimos turismo por el casco antiguo de Múnich, la verdad, aunque por suerte yo ya había estado en esta ciudad el año pasado durante una semana. Subimos a la torre desde donde podía verse prácticamente toda la ciudad.



Al caer la tarde dimos una vuelta en barca por el Ammersee. A los niños les entró en la cabeza que querían bañarse, pero no tenían bañador. Así que se quitaron todo hasta quedarse en ropa interior y se lanzaron al agua. Tenían la obsesión de que la gente les observaba todo el rato, pero las ganas de nadar eran más fuertes.






Ayer llegamos al mediodía de nuevo a casa. Las vacaciones han sido muy cortas, pero me alegré de regresar, porque pasar todo el día con los niños al final terminaba siendo algo cansado y necesitaba tiempo para mí sola. Cuando llegamos, nos esperaba la sorpresa de que el jardín ya está casi terminado. No sé si lo comenté en entradas anteriores, pero están de reformas, así que todo el jardín lo han hecho nuevo. Lo único que falta por terminar es el horno de piedra para hacer pizzas, porque el HD es un amante de la cocina italiana.





3 comentarios

  1. Otra que ha estado de vacaciones :). Qué casualidad, cuando te has venido para Baviera yo estaba fuera, será que huyo xD. Una pena que no pasarais mucho tiempo en el centro de Munich, pero bueno, si ya estuviste una semana el año pasado tampoco está tan mal :).

    Entiendo lo que dices, para mí en parte también ha sido un alivio volver para ir más por libre. Me lo he pasado muy bien con los niños y el sitio era precioso, pero con una semana basta xD.

    Las fotos como siempre me encantan, y las de la entrada anterior tambien, Mannheim tiene muy buena pinta :).

    Sigue disfrutando! Y a ver qué tal te va por Freiburg!

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  2. Joer que bonito todooo!!!

    Vacaciones son vacaciones pero ir con la HF bueno tiene sus cosas buenas y no tan buenas... Yo resaltaría que lo de tirarse un pedo es de las no tan buenas jajajaj...

    Pero mira el lado bueno... has visto sitios super bonitosss! =)

    Espero que siga yendo todo tannn bien! =) un besazoo valencianaa!!

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  3. Lo de estar deseando llegar por tener tiempo para ti es totalmente comprensible pero, al menos, tampoco fueron unas malas vacaciones :)

    Sin duda, me encantan las fotos que siempre subes en el blog. ¡Son preciosas!

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