Creo que he superado con bastante éxito mis
primeros días como au pair por aquí. Lo cual no quita que haya habido más de un
percance, claro. El miércoles fue sin duda el día que se llevó la palma de oro.
Resulta que tenía que pasar prácticamente todo
el tiempo con los niños, porque los padres se iban de cena. Cuando me dispuse a
recogerlos de la guardería, dejé como siempre la bicicleta en la puerta, pero
en vez de atarla a una valla igual que las otras veces, puse el candado atado a
la propia rueda. Tras lograr que el niño pequeño se montase en el remolque y
haber unido este con el enganche de la bici, empecé a pedalear. Cuál fue mi
sorpresa al notar que, tras avanzar un poco, había algo que hacía tope y que no
me permitía continuar pedaleando. Extrañada, bajé de la bici para inspeccionar
el remolque. “Tengo que haber montado mal en el remolque”. Tras supervisar todo
cual inspector del FBI, llegué a la conclusión de que todo estaba en orden, así
que volví a intentarlo, porque igual la primera vez habían sido imaginaciones
mías y ahora todo salía bien (lógica del chichinabo). De nuevo, la bici hacía
tope. Fue gracias al niño pequeño que caí en la cuenta de qué no cuadraba: “El
candado está en la rueda”. Un fuerte aplauso para mí. Con las prisas por montar
el remolque, había olvidado quitar el candado. Y claro, al pedalear, este se
había quedado enganchado con la cadena, por lo que de ahí no lo sacaba ni
Sandokán. En un arranque de desesperación, empecé a manosear el candado y a
tratar de sacarlo (con estas cosas paniqueo con una facilidad impresionante).
Delante de la puerta de la guardería, las manos llenas de grasa y sudando la
gota gorda, mientras el resto de padres pasaban impasibles sin dignarse a
preguntarme si necesitaba que me echasen una mano. Un gran detalle por su
parte.
Justo cuando el niño pequeño iba a pedir ayuda
a alguien de la guardería, logré sacarlo, para mi gran asombro. Creo que me
ahorré que la situación hubiese sido mucho más incómoda y absurda.
En comparación con este episodio, subir la
cuesta de vuelta a casa fue coser y cantar. De tanto ir en bici por la montaña
arrastrando el remolque, se me van a quedar unas piernas con las que
seguramente podré dar mi gran salto al culturismo de competición. El calor
infernal tampoco acompaña a la hora de hacer el trayecto más agradable…
Retomando el tema de la guardería de los niños,
he de decir que ambos van a un tipo de Kindergarten
que no conocía: Waldorfkindergarten. La
pedagogía de estas guarderías (así como colegios) está basada en la
antroposofía, una teoría del filósofo austriaco Rudolf Steiner. Según esta
concepción, el hombre está dividido en cuerpo, alma y espíritu. También hay
cabida para los conceptos de la reencarnación y del karma. El educador debe
ayudar al niño a encontrar la individualidad de cada una de sus partes. Todo
esto suena muy místico, pero a efectos prácticos supone que hay mucha más
libertad a la hora de realizar las actividades, donde se le da mucha
importancia a ejercicios manuales como puede ser confeccionar una bolsa de
tela, hornear pan o hacer representaciones con marionetas; así como al contacto
con la naturaleza gracias a diversas excursiones. Intentan por todos los medios
que los niños no tengan un contacto tan temprano con las nuevas tecnologías. De
hecho, una de las cosas que me llamó la atención en la casa es que no hay
televisión (lo que no se debe a una falta de espacio). Además, no se usan
libros de texto ni se hacen exámenes, por lo que no hay ningún tipo de notas.
Los niños aprenden a leer y a escribir a partir de los 6 años.
El sábado por la tarde, para soportar el calor
achicharrante, me fui con Milan al río Dreisam, por la zona de Littenweiler.
Esta parte del río la han reformado, ya que ahora hay una serie de montículos
con árboles que antes no estaban. A falta de poder hacer mucho más por el insoportable
bochorno, nos hinchamos a sandía, leímos en la sombra, observamos a los
bañistas y también nos dimos algún que otro chapuzón.
Vaya, vaya, vaya... me sé de una que va a tirarse en ese lugar de la orilla del Dreisam muuuuuuuuucho tiempo :P. Ya te preguntaré más adelante cómo se llama la zona, que ahora se me olvida :P. Una cosilla: en Friburgo (o alrededores) hay zonas aptas para andar en patines? O sea, camino asfaltado y sin cuestas. Es que como bien conté en una vergonzosa entrada, me compré unos patines, y me gustaría llevármelos a Alemania.
ResponderEliminarEn cuanto al candado... madre mía. Y anda que los padres qué majos, que nadie se acercara... en fin. A las au pairs en apuros nadie nos ayuda, pero siempre salimos adelante :). Me alegro de que el proceso de adaptación esté yendo bien, supongo que conocer la ciudad también te estará ayudando :).
Un beso muy fuerte!!!!!!!!!!!!!
Yo paso muchísimo tiempo en el Dreisam siempre que quiero relajarme y disfrutar del buen tiempo :) Si te soy sincera, no me viene ahora a la mente ninguna zona donde se pueda patinar bien, pero tiene que haber alguna. El problema es que hay mucho suelo empedrado (como en tantas otras ciudades alemanas), así que no se me ocurre ningún sitio ideal para patinar. Quizás por la zona donde ponen la feria y donde está el aeropuerto militar, que está algo a las afueras. Preguntaré por ahí, a ver si alguien sabe más que yo acerca del tema.
Eliminar¡Un beso, bonita!