Tras casi dos meses de ausencia, me he decidido
a escribir de nuevo. Tan solo me queda un día como auxiliar de conversación y
me resulta extraño que esta etapa vaya a llegar a su fin. Por un lado, tengo la
sensación de que han pasado mil años desde aquel día en el que llegué a la
habitación sin amueblar de mi piso en Leipzig, totalmente empapada gracias a una
inoportuna lluvia de finales de verano y con tantos bultos encima que las
compañías aéreas de bajo coste me habrían echado del aeropuerto sin ni tan
siquiera haber cruzado el control de seguridad.
Lo bien cierto es que este mes de mayo se ha
caracterizado por innumerables escapadas, por lo que han sido más bien pocos
los días que he ido al colegio. El día 5 me subí en un IC rumbo al norte de
Alemania, en dirección a Oldemburgo, donde está trabajando como auxiliar una
amiga. 45 minutos más tarde, porque ya se sabe que los retrasos con el DB son
impepinables. Me quedé hasta el domingo y tuvimos tiempo de ver la ciudad por
completo y de hacer una excursión de un día a Hamburgo.
He mencionado ya en varias ocasiones que la
zona del norte de Alemania es la que menos he explorado hasta la fecha.
Hamburgo era una ciudad que llevaba ya bastante tiempo en mi lista de sitios
que visitar. Creo que la espera ha merecido sin duda la pena. Nos salió un día
estupendo, culpable de que mi concepción de esta ciudad, famosa por su clima
lluvioso, vaya a permanecer algo distorsionada. Quién sabe si futuras visitas
no provocarán que me dé de bruces con la realidad.
Tanto Oldemburgo como la segunda ciudad más
grande de Alemania me dejaron muy buen sabor de boca. Señas de identidad de
ambas son, sin lugar a dudas, su arquitectura de ladrillo rojo y los canales
que las atraviesan. En la primera pudimos disfrutar de la tranquilidad de una
ciudad mediana, donde es posible pasear por el centro (helado en mano, por
descontado) sin sentir el agobio que acompaña a los lugares repletos de gente;
donde se puede disfrutar de la comodidad de ir de una punta a otra con
bicicleta y donde no es poco usual encontrarte en el parque con el vecino de
enfrente, que ha decidido tumbarse en una zona de césped a un metro de tu
toalla. Hamburgo, por otro lado, compensó la balanza y trajo consigo la
animación y el bullicio de una metrópolis que celebraba el aniversario de su
puerto; donde abundan las tiendas de lujo con precios desorbitados y las cafeterías-oficina
donde “trabaja” el moderno de turno en su Mac, customizado con pegatinas
roñosas que empiezan a volverse radioactivas por el contacto con la manzana
luminosa.
El único momento frustrante fue el viaje de
regreso de Hamburgo a Oldemburgo, ya que tuvimos la suerte de coincidir en el
tren con hinchas alcoholizados del Hamburger SV, cuyo coeficiente intelectual
se encontraba en números rojos, por no decir en banca rota.
Cuatro días después me volví a subir en otro
tren, pero esta vez en dirección al sur, a Friburgo. Allí pasé un total de diez
días, donde hubo de todo un poco: tranquilas sesiones de lectura a orillas del
Dreisam, una noche en una pequeña cabaña en mitad de la Selva Negra, el intento
de revivir mi infancia subiéndome de nuevo a una montaña rusa, los ya consolidados
desayunos en la terraza del Bergäcker Café, tardes traduciendo un sitio web
sobre música espiritual en las que casi alcanzo mi paz interior, etc.
En definitiva, este mes ha estado lleno de
buenos momentos y no dudaría ni un segundo en considerarlo como el mejor de
todos los que he pasado siendo auxiliar.
No tengo muy claras mis expectativas con
respecto a junio, ya que tengo la impresión de que se trata de un mes de
transición. El día 15 es el examen de acceso al máster de Leipzig y el 18 me
marcho a Berlín, donde me quedaré hasta el 21. Estaré en Valencia una semana y
después regresaré a Leipzig, donde apenas tendré un día para hacer las maletas
e irme a Friburgo de nuevo a pasar el verano.
El mes que más temo es septiembre, donde
seguramente tome la decisión de qué será de mí los próximos dos años. O, mejor
dicho, la decisión la tomarán las universidades a las que he mandado mi
solicitud. En las últimas semanas he cambiado tanto de opinión que no tengo ni
idea de qué haré al final. Todo se verá con el tiempo.
Me agrada particularmente la última imagen. Grato conocer lo que has vivido.
ResponderEliminarSimplemente paso a saludar. Espero el mes que inicia sea algo que puedas disfrutar.
Suerte.
¡Hola!
ResponderEliminarEn alguna entrada has dicho que estudias francés. ¿Puedes escribir un post explicando consejos, trucos y tu experiencia para aprender el idioma? Voy a retomarlo el próximo curso y me sería de gran utilidad.
Muchas gracias, Dafne.