jueves, 26 de mayo de 2016

Descubriendo el norte de Alemania


Tras casi dos meses de ausencia, me he decidido a escribir de nuevo. Tan solo me queda un día como auxiliar de conversación y me resulta extraño que esta etapa vaya a llegar a su fin. Por un lado, tengo la sensación de que han pasado mil años desde aquel día en el que llegué a la habitación sin amueblar de mi piso en Leipzig, totalmente empapada gracias a una inoportuna lluvia de finales de verano y con tantos bultos encima que las compañías aéreas de bajo coste me habrían echado del aeropuerto sin ni tan siquiera haber cruzado el control de seguridad.

Lo bien cierto es que este mes de mayo se ha caracterizado por innumerables escapadas, por lo que han sido más bien pocos los días que he ido al colegio. El día 5 me subí en un IC rumbo al norte de Alemania, en dirección a Oldemburgo, donde está trabajando como auxiliar una amiga. 45 minutos más tarde, porque ya se sabe que los retrasos con el DB son impepinables. Me quedé hasta el domingo y tuvimos tiempo de ver la ciudad por completo y de hacer una excursión de un día a Hamburgo.


He mencionado ya en varias ocasiones que la zona del norte de Alemania es la que menos he explorado hasta la fecha. Hamburgo era una ciudad que llevaba ya bastante tiempo en mi lista de sitios que visitar. Creo que la espera ha merecido sin duda la pena. Nos salió un día estupendo, culpable de que mi concepción de esta ciudad, famosa por su clima lluvioso, vaya a permanecer algo distorsionada. Quién sabe si futuras visitas no provocarán que me dé de bruces con la realidad.








Tanto Oldemburgo como la segunda ciudad más grande de Alemania me dejaron muy buen sabor de boca. Señas de identidad de ambas son, sin lugar a dudas, su arquitectura de ladrillo rojo y los canales que las atraviesan. En la primera pudimos disfrutar de la tranquilidad de una ciudad mediana, donde es posible pasear por el centro (helado en mano, por descontado) sin sentir el agobio que acompaña a los lugares repletos de gente; donde se puede disfrutar de la comodidad de ir de una punta a otra con bicicleta y donde no es poco usual encontrarte en el parque con el vecino de enfrente, que ha decidido tumbarse en una zona de césped a un metro de tu toalla. Hamburgo, por otro lado, compensó la balanza y trajo consigo la animación y el bullicio de una metrópolis que celebraba el aniversario de su puerto; donde abundan las tiendas de lujo con precios desorbitados y las cafeterías-oficina donde “trabaja” el moderno de turno en su Mac, customizado con pegatinas roñosas que empiezan a volverse radioactivas por el contacto con la manzana luminosa.




El único momento frustrante fue el viaje de regreso de Hamburgo a Oldemburgo, ya que tuvimos la suerte de coincidir en el tren con hinchas alcoholizados del Hamburger SV, cuyo coeficiente intelectual se encontraba en números rojos, por no decir en banca rota.

Cuatro días después me volví a subir en otro tren, pero esta vez en dirección al sur, a Friburgo. Allí pasé un total de diez días, donde hubo de todo un poco: tranquilas sesiones de lectura a orillas del Dreisam, una noche en una pequeña cabaña en mitad de la Selva Negra, el intento de revivir mi infancia subiéndome de nuevo a una montaña rusa, los ya consolidados desayunos en la terraza del Bergäcker Café, tardes traduciendo un sitio web sobre música espiritual en las que casi alcanzo mi paz interior, etc.

En definitiva, este mes ha estado lleno de buenos momentos y no dudaría ni un segundo en considerarlo como el mejor de todos los que he pasado siendo auxiliar.
No tengo muy claras mis expectativas con respecto a junio, ya que tengo la impresión de que se trata de un mes de transición. El día 15 es el examen de acceso al máster de Leipzig y el 18 me marcho a Berlín, donde me quedaré hasta el 21. Estaré en Valencia una semana y después regresaré a Leipzig, donde apenas tendré un día para hacer las maletas e irme a Friburgo de nuevo a pasar el verano.

El mes que más temo es septiembre, donde seguramente tome la decisión de qué será de mí los próximos dos años. O, mejor dicho, la decisión la tomarán las universidades a las que he mandado mi solicitud. En las últimas semanas he cambiado tanto de opinión que no tengo ni idea de qué haré al final. Todo se verá con el tiempo.





2 comentarios

  1. Me agrada particularmente la última imagen. Grato conocer lo que has vivido.

    Simplemente paso a saludar. Espero el mes que inicia sea algo que puedas disfrutar.

    Suerte.

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  2. ¡Hola!
    En alguna entrada has dicho que estudias francés. ¿Puedes escribir un post explicando consejos, trucos y tu experiencia para aprender el idioma? Voy a retomarlo el próximo curso y me sería de gran utilidad.
    Muchas gracias, Dafne.

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